Cada vez es más común observar imágenes de chicos jóvenes e incluso niños que en lugar de pasar su tiempo libre jugando al balón en la calle o corriendo al pilla-pilla, se encuentran absortos mirando una pantalla de móvil o un tablet. Los padres, en múltiples ocasiones, ante la sed de consumismo digital, premian a los niños con estos dispositivos para que puedan jugar o ver contenidos interactivos que les entretengan un rato.
Calmar sus ánimos es complicado, ya que se sienten realmente atraídos por estas pantallas multimedia. La propia dinámica del mercado capitalista incita a consumir de forma feroz tecnologías de última generación para estar al día. Por otra parte y si analizamos el contexto con una mirada un poco más profunda, los ciudadanos de a pie tenemos pocas opciones: o nos sumamos a las dinámicas del mercado o nos desmarcamos de ellas aceptando las consecuencias de vivir un tanto aislados del mundo. La fiebre de las nuevas tecnologías lo inunda todo y nuestros jóvenes y niños también viven sumidos en esta realidad. ¿Afectan estas dinámicas a la escuela? ¿Debemos integrar los móviles en el aula o mantenerlos alejados de ellas?
Tanta polémica ha generado esta dinámica que el Gobierno estudia prohibir el uso de teléfonos móviles en los centros escolares a los menores hasta 15 años siguiendo la estela de Francia, cuya medida entrará en vigor el próximo curso escolar. Así lo indica el artículo Cuando el móvil entra en el aula: ¿complemento educativo o riesgo de adicción? escrito por Paloma de Salas que, además añade que mientras el sector educativo celebra la noticia y piden regular su uso, los padres están divididos ante la imposibilidad de poder contactar con sus hijos.
Los expertos han estudiado el nuevo panorama y alertan de que debido al elevado uso digital, los riesgos que conllevan consumir estas tecnologías están a la orden del día. De esta forma, entre los menores españoles, se están fomentando los casos de acoso escolar, las depresiones o las adicciones tecnológicas que desembocan en fracaso educativo. Pero, ¿son los móviles los responsables de estas dinámicas o la propia falta de valores entre la juventud?
Desde mi punto de vista, es cierto que los móviles con sus diversas aplicaciones como Whatsapp o redes sociales como Instagram, Twitter o Facebook facilitan la comunicación en comunidad, pero en sí mismas, las tecnologías pueden tener usos totalmente positivos si se controlan los tiempos de consumo y se conciencia, en este sentido, tanto a adultos como a jóvenes, de los peligros que corremos de engancharnos de forma desmedida al consumo de la red.

En España, el 91,4% de las aulas dispone de conexión a Internet, según los últimos datos del INE (2017) y los centros ven muchos beneficios educativos con las nuevas tecnologías: hacen más atractiva la información, permite a los estudiantes interactuar con datos y, a la larga, sirve para afianzar conceptos.
Pero son los datos del uso en menores los que hacen saltar las alarmas entre expertos: el 69,1% de los menores entre 10 y 15 años dispone de un teléfono móvil y el porcentaje crece hasta el 94% en el caso de los adolescentes de 15 años. Según dos estudios del Proyecto Hombre elaborados entre 2016 y 2017, el 80% de niños conoce casos de ciberacoso en su entorno y el 75% no es consciente de los riesgos asociados al uso de Internet, así lo afirma el artículo. Sin embargo, ¿se podrían fomentar desde la escuela nuevos usos tecnológicos y generar una nueva conciencia colectiva ante una dinámica social de la que no podemos escapar? No es cuestión de meter la cabeza bajo tierra como las avestruces, sino de propiciar usos correctos de estos dispositivos.
Existen usos beneficiosos del teléfono móvil en el aula, ya que éstos pueden ser utilizados para apoyar el aprendizaje. Actividades de geolocalización o realidad aumentada enriquecen actividades que trabajan competencias esenciales del currículo de Primaria. Por otra parte, con los móviles se puede aprovechar el potencial comunicativo de las redes sociales con un fin pedagógico, interactuar con alumnos de otro lado del planeta o grabar y editar videos para asignaturas como Plástica, pero es necesario instruir para que los alumnos hagan un uso responsable del mismo.

La Educación se enfrenta a grandes retos en este siglo y se debe de plantear debates e incitar a la reflexión para hacer frente a los mismos. El cambio climático y el uso de carburantes fósiles, la inmigración, el racismo y los problemas que éste genera, la globalización, el hambre en el mundo, la contaminación o el uso excesivo de las tecnologías son realidades con las que nuestros alumnos tendrán que convivir en el presente y en el futuro para crear un mundo mejor. Por ello, la escuela se convierte en una fuente de conocimiento fundamental para la sociedad del mañana.